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Este es un experimento para la publicación directa de contenidos, espero que te interesen.

domingo, 25 de mayo de 2008

The Clutter Museum: A slap in the face, the tyranny of content, and a hell-bound train

Resulta curioso comprobar como en todas partes cuecen habas.



The Clutter Museum: A slap in the face, the tyranny of content, and a hell-bound train

Conferencia sobre e learning en Africa

Esta vez no voy a alargarme con un análisis propio, simplemente quisiera llamar la atención hacia esta conferencia, se trata de un congreso continental donde se reunen profesionales africanos y no africanos del campo del e-learning. Huelga recordar las implicaciones que la formación de este tipo puede representar para un mundo tan depauperado. Alguno de los primeros espadas del asunto a escala mundial asistirá al evento. Solo traigo a colación el asunto porque una impresión triste recorre mi espina, lo veo mas viable en Africa que en España.
Si os interesa aquí está el enlace.

http://www.elearning-africa.com/conference.php

domingo, 27 de abril de 2008

El mal de las academias

A José Ramón, porque la auténtica economía está en las preguntas, no en las respuestas

En los últimos tiempos hemos podido comprobar que los alumnos universitarios han caído en una rutina que denominamos “las academias”, se trata en resumen de que los alumnos tras asistir a las clases ordinarias (o en ocasiones en vez de hacerlo) se encierran por el resto de su jornada en una institución que llamamos academia (con lo que ese término significaba para Platón) donde creen encontrar el complemento necesario para su formación. Las consecuencias de esta decisión son múltiples, por un lado sobre su distribución del tiempo, por otro sobre su disponibilidad económica, y finalmente sobre sus técnicas de estudio.
La cuestión objeto de estudio en este documento es analizar la sensación de malestar que inunda el sistema educativo ante esta situación, para ello en primer lugar hemos de responder a la cuestión de si ese comportamiento ha de ser calificado de problema, y en ese caso, en segundo lugar hemos de diagnosticar la naturaleza del mismo.
En general la asistencia a cualesquiera actividades libremente elegidas por ciudadanos adultos, no puede ser considerada a priori un problema, sin embargo, desde el punto de vista del sistema educativo unas personas que acuden al sistema educativo a adquirir una determinada formación, muy bien pueden ver juzgado su comportamiento de acuerdo con su contribución a los procesos de aprendizaje. Esta aclaración es importante dado que el desarme intelectual al que unas presuntas élites, presuntamente bien-pensantes han sometido al sistema desde cargos gestionados demagógicamente, nos ha privado (escribo desde la universidad) hasta del derecho a definir lo que ayuda al aprendizaje y lo que lo boicotea.
Vaya por delante que el aprendizaje es esfuerzo, aprender es esforzarse, someterse a presión movilizar de forma creciente los recursos y conseguir al final ser mejor que al principio. La función del profesor es entonces dosificar el esfuerzo y lograr que las dificultades interpuestas generen una experiencia de aprendizaje fruto de la reflexión del que se consideraba incapaz y acaba viéndose más fuerte de lo que creía ser. Sin embargo, esta descripción que todos alabamos alborozadamente en un saltador de longitud, es denigrada sistemáticamente cuando de un problema de álgebra (mucho más interesante) se trata. ¿Por qué? La respuesta fácil es acusar al sujeto de vagancia, culpabilizarlo y encogerse de hombros de forma fatalista, sin embargo, y éste es el reto al que me somete el buen amigo José Ramón, algo más podríamos decir, ¿o acaso ya hemos perdido el control?.
La asistencia sistemática a las academias como rutina de estudio, es esencialmente un problema, impide la organización del aprendizaje por el alumno, desaparece la reflexión propia, se sustituye el esfuerzo de aprender (la experiencia) por el dinero de papá, se priva al alumno de recursos y se le convierte en cliente fidelizado, adicto dependiente de un sector que le priva de la ocasión de adquirir recursos intelectuales. Por otro lado, hemos de asumir que además, desde la propia universidad, hemos caído en la trampa de reducir el trabajo diario a una mera exposición de contenidos, sustituible plenamente en el siglo XXI por multitud de herramientas (¡Ya han inventado el cuentacuentos¡). Si hemos desactivado el sistema ¿Qué esperábamos?. Mucho habrá que decir sobre la calidad de nuestra docencia.
Pero con todo, el análisis que quiero realizar va mucho más allá de lo descrito, ¿por qué, me pregunta JR, los alumnos prefieren acudir a las academias de pago antes que a clases gratuitas (y mejores)?, ¿Por qué dan más credibilidad a los malos alumnos enquistados en metaprofesiones de metadocencia que a los buenos profesores?. ¿Qué tiene que decir un economista al respecto? La verdad es que la pregunta es sugestiva y da mucho que pensar.
La primera idea que se me viene a la cabeza es la llamada ley de Gersham, que fatalistamente pronostica el triunfo de la mala moneda (como instrumento de cambio) sobre la buena (que se reserva como instrumento de depósito), ¿no habrá algo de ésto?. Todos hemos visto la facilidad con la que errores garrafales se propagan y anclan en los malos apuntes distribuidos para huir de los buenos libros (también en parte culpa nuestra que tenemos a gala ocultar nuestras fuentes), una idea buena es difícil de encontrar en los apuntes que se prestan, un atajo arriesgado y contraproducente rara vez es omitido… (sáquense las conclusiones pertinentes).
El segundo análisis que me surge tiene que ver, como no podía ser menos, con la cuestión de los incentivos que un alumno tiene a la hora de asignar una hora de su tiempo a su trabajo o a la compra de asistencia técnica por terceros. Este enfoque, el clásico de la economía, nos presenta a un alumno individual enfrentado a sus restricciones tratando de optimizar sus objetivos, si ésta es la situación, el problema es que es más rentable, de cara a aprobar un examen, una hora de recepción pasiva de discursos ajenos, que una hora de actividad propia (además de mas descansada). Es decir aunque resulte impropia la comparación, entre el sexo y las películas de mala nota ganan las segundas. Si ésto es así, el problema somos de nuevo los profesores, que hemos caído en el mito de la evaluación objetiva y examinamos para justificar más allá de toda duda el eventual suspenso, no para fomentar y primar el aprendizaje. (gracias defensor, gracias cargos académicos). Hemos reinventado al leguleyo que recita el código civil de memoria y pasa por abogado.
Sin embargo, creo que el enfoque anterior tampoco es el relevante, no es el contexto descrito el que reproduce la toma de decisiones que yo observo en un padre amigo que me consulta si enviar a su hijo a la academia. La cuestión se plantea de otra forma, la consulta es: “todos van a …..” ¿mando también a mi hijo?. De nuevo la situación es vagamente familiar, ¡la trampa del prisionero! Si todos van a … (me impongo la restricción de no llamarlo academia), mi mejor jugada es acudir también, no vaya a ser que allí se aprenda algo que me diferencie por abajo (pobres incautos), pero si nadie va a …. de nuevo mi mejor jugada es acudir para capturar la hipotética ventaja sobre los demás. Dios mío, entonces los alumnos compiten estratégicamente entre sí para conseguir una diferencia que les permita aprobar sobre los demás. Y de paso se cargan su aprendizaje. Bueno, no es nada raro, lo hacemos todos ante un cruce, al aparcar en doble fila, en la cola del super….. La teoría de juegos cabalga de nuevo, los agentes económicos interactúan entre sí, y responden no a sus intereses particulares sino a las respuestas de los competidores, y con ello se apartan de la jugada óptima, no son irracionales, miran en la dirección equivocada. Entonces, si ésta es la mejor explicación, ¿qué podemos hacer?. La primera parte ya la hemos descrito, si los alumnos no obtienen ventaja en la “particular” ¿para qué van a ir? Impartamos aprendizaje, examinemos el resultado del aprendizaje y en paz. Sin embargo, hoy por hoy no podemos garantizarlo, tenemos lo que tenemos y el sistema funciona como funciona. ¿se puede hacer algo más? Bien aquí caben muchas ideas, romper la diferencia, distribuir en la universidad las fotocopias de …… para que nadie tenga interés en acudir a otro lugar a recibir … documentación. Si los alumnos demuestran disponer de tanto tiempo como exhiben en esos centros, ocupémosle, dirijamos de verdad el aprendizaje. Pero sobre todo abramos las puertas, llamemos a las cosas por su nombre, evitemos el intento políticamente correcto de no llevar la contraria a los alumnos-clientes, demostremos que podemos desactivar la trampa, trabajos, trabajos en equipo, exposiciones en clase, debates en que alumnos han de defender un discurso en público, y sobre todo suspensos cuando sea necesario, pero suspensos que no se resuelvan en una academia, ni enredando en reglamentos ni en despachos. Finalmente información y credibilidad, si todos los agentes entienden lo que esta pasando y comprenden y creen en el compromiso que el sistema ofrece responderán, pero solo ante una exigencia creible. Se lo debemos a una sociedad que nos pide que usemos bien los recursos.
Esta es una aproximación a vuelapluma, no pretendo tener la solución, pero si vislumbro que de nuevo caemos en Bolonia, ya hablaremos.

martes, 22 de abril de 2008

¿Por qué no cuaja el e-learning en la universidad? O ¿Qué tiene el e-learning que no tengamos nosotros?

Pedro Díaz Simal. Director del Grupo de Investigación e-learning en Ingeniería de la Universidad de Cantabria (24/09/2007)
La cuestión que se plantea es un tema de reflexión personal desde hace algunos años, y en realidad, el mero planteamiento de la pregunta (¿Cree que la comunidad educativa es consciente de la importancia del e-learning en la formación continua del profesorado?) ya induce a responder categóricamente NO. Al menos puede afirmarse que no hay tal conciencia de forma general. Sin embargo, todos observamos comentarios y observaciones apreciativas ante cualquier avance, ¿Qué ocurre entonces? Desde mi punto de vista hay 6 motivos que explican esta aparente contradicción: valoración positiva y escaso entusiasmo práctico.
1. Lo que de verdad pone en valor el e-learning, no es reconocido como producto de aprendizaje, si aceptamos que el e-learning es un mecanismo de provisión de contenidos, tiene un gran competidor, un tal Gutemberg lo hizo hace años, y lo hizo muy bien. Pero si la aportación del e-learning es la interacción personal, fue un tal Adán el que empezó la historia, y de eso hace aún más años. Buena parte de los profesionales que nos rodean en el ámbito educativo no reconocen que intercambiar ideas por escrito en un ámbito cooperativo es un mecanismo solvente de aprendizaje, ¡y algunos lo proponen en clase!, pero para la empresa. Esa tarea está reservada a la investigación, y en revistas indexadas.
2. La irregularidad de edades y de actitudes entre las personas que componen la Universidad, junto con la sensación de que la innovación actúa como una oleada que nos invade y desborda, pero luego pasa, ha dado pábulo a la aparición de un sector tecnoescéptico, donde cada uno busca su excusa, formando una sucesión de diques: hace quince años se objetaba a que el usuario se convirtiera en mecanógrafo, hace diez a los móviles, hace cinco años a la conexión en el puesto de trabajo, hoy a las wifi generalizadas; pero en esencia hay una actitud cultural de sujetos reticentes al cambio (que empezó con un tal Caín). Pero escarbando entre ellos encontramos un perfil interesante, las TIC nos alcanzan y nos abruman, utilizar un instrumento de intercambio generalizado, no jerarquizado de información puede ocupar todo nuestro espacio y tiempo, y esa objeción sí puede ser convincente, porque nos pone ante nuestras propias contradicciones y limitaciones.
3. El e-learning tiende a hacer saltar las costuras “institucionales”, en enseñanza reglada ni el curso necesita tener límites temporales, ni programa definido, ni profesor, si todo esto existe es porque aporta valor añadido, pero no es una imposición, si seguimos soltando tornillos del mecano, no necesitamos ni horarios, ni clases, los objetivos de cada uno son distintos… En un ámbito donde rige la distinción categórica y la inercia institucional esa característica puede desvirtuar la percepción del problema de la formación: que trata con personas a las que hay que acompañar en un viaje, es cómodo, seguro y barato hacerlo en grupo y eso requiere horarios, guías… pero eso se llama turismo, y no es lo que a Herodoto le hubiera gustado. Reconocer eso implica una percepción ética del compromiso necesario que es difícil de hacer.
4. El personal de la universidad se considera principalmente generador de conocimientos y posteriormente difusor de los mismos. Desde esa óptica el e-learning tiene demasiadas lecturas perversas simplificadoras. Un programa de e-mail, un foro y un repositorio no son muy distintos de una plataforma docente, ¿no será un intento de vendernos un carro ultimo modelo y posteriormente uncirnos a él? Y sobre todo, ¿Qué pone el profesor universitario si no es erudición? Hay una sensación de asimetría en la aportación que nos disuade de entrar en el juego.
5. Desde una perspectiva económica, el e-learning tiende a escaparse de lo que en nuestro trabajo llamamos producto, la respuesta a ¿Cómo lo protegemos?, ¿Cómo lo facturamos? ¿Cómo lo homologamos en un plan de estudios? ¿y en una asignatura? ¿Cómo lo evaluamos?, para un esquema estructurado que cuenta con respuestas a todas esas cuestiones, es bastante disuasoria ante el compromiso que implica.
6.El e-learning aporta un tinte informal a la formación, que tiñe la percepción que tenemos de cara a usarlo para nuestra formación permanente; que un profesor acuda a una universidad puntera a un proceso de reciclaje es comprensible y valorado dado que es contrastable (volverá con un título o unas publicaciones), pero que se involucre en un curso equivalente en formato e-learning sin moverse de su entorno físico es simplemente increíble y desde luego no recibe la misma valoración social, luego aunque resulte tautológico no se vende porque no lo compramos. ¿Donde está entonces el problema? En las dudas sobre la calidad del modelo (expresadas a ciegas) y sorprendentemente en uno de los principales señuelos de venta del e-learning: su capacidad de adaptarse a la disponibilidad de tiempo del sujeto le permite y condena a ser una actividad residual. Conclusión: la respuesta es NO y la causa última es que el e-learning pone en valor algo que hasta ahora considerábamos casual, que ha pasado desapercibido durante años, y que por un lado a los que pueden emplearlo les ofrece más trabajo e incertidumbre que resultados; y por otro lado a los que deben aceptarlo y refrendarlo les exige asumir una crítica al modelo existente que o resulta difícil de hacer o se considera innecesaria.

Web 2.0. Un paso más en la evolución hacia el aprendizaje permanente

Pedro Díaz Simal. Director del Grupo de Investigación e-learning en Ingeniería de la Universidad de Cantabria (31/03/2008)

Los cursos virtuales tienen su punto fuerte en su capacidad de lanzar un cúmulo de oportunidades de aprendizaje aprovechando mecanismos que, si bien son tradicionales, han sido poco desarrollados en los sistemas convencionales. Sin embargo no cabe duda de que estos mecanismos han sido esencialmente los protagonistas de nuestro sistema cultural desde siempre, la capacidad de aprender e innovar, de crear redes de trabajo colaborativas, en el ámbito empresarial o científico ha estado detrás de la difusión y explotación del conocimiento desde siempre. Los sistemas de intercambio epistolar entre científicos, las publicaciones y congresos científicos, las alianzas empresariales, el trabajo en equipo…, no tendrían explicación si no considerásemos el mundo del intercambio y colaboración intelectual entre personas. No obstante la proliferación de simulaciones (second life, contactos...) basadas en emular la interacción personal vía web, permiten concebir la duda de si no estaremos creando un gigantesco sistema irreal de carácter sumamente adictivo para a continuación darle carta de naturaleza acordando una suerte de tabú sobre su veracidad. Merece la pena por tanto pararse a pensar sobre su impacto y viabilidad.La difusión de redes de colaboración tipo Web 2.0 sin duda va a suponer un gran cambio en nuestro mundo y por tanto en nuestros mecanismos de aprendizaje, la socialización se desarrolla en nuestros tiempos por unos canales nuevos donde se busca, se interactúa, y donde reside el conocimiento, por tanto podremos mantener un sistema de aprendizaje convencional basado en contenidos, y sin duda lo haremos (sea en soporte virtual o en modelo presencial) pero sin duda estamos asistiendo a un desplazamiento de la experiencia de interacción (y de aprendizaje) hacia entornos colaborativos de otro tipo.Existen tres cuestiones clave a debatir, por un lado sobre la naturaleza del producto, por otro lado sobre la evolución del proceso y finalmente sobre su capacidad de ofrecer resultados.Respecto al primero ¿Podremos seguir llamando curso a un entorno donde el profesor no es el que sabe, tal vez ni siquiera haya “profesor”?, ¿Donde la combinación de intereses de los alumnos elige y condiciona el camino que siguen?, ¿Donde los alumnos no tienen conciencia de ser tales?, ¿podremos facturar por este concepto?. A mi entender la respuesta a todas las cuestiones es sí, pero a través de un mecanismo cooperativo o corporativo donde la organización del sistema educativo-formativo sea horizontal, asociaciones profesionales, cuerpos funcionariales, asociaciones científicas…tendrán como extensión natural los distintos instrumentos, que derivarán de lo que hoy conocemos como Blogs, Wiki, RSS… Aunque sea difícil ver la estructura del negocio para el proveedor formativo, será necesario repensarse el modelo didáctico, la función docente, el papel del sistema como acreditador del aprendizaje etc..y por qué no, la financiación. Es ese sentido los alumnos tendrán otro papel, oiremos cantos de sirena hablando del fin del estudio, y los avispados descubrirán que tienen ahora muchos mas usuarios, pero que no demandarán formación, sino que aprenderán en un marco que es además adictivo. No es en realidad nada que no hayamos visto antes.La segunda cuestión que habremos de resolver tiene que ver con la traslación a usos “serios” de las redes sociales de intercambio que conocemos, incorporar los hábitos, prácticas y actitudes propios de entornos donde los outsiders intercambian fotos y experiencias de todo tipo de forma casi-anónima, a un modelo donde los profesionales pongan en común sus dudas y traten de sacar adelante proyectos cooperativos es algo mas que meramente lanzar un portal y esperar que surja espontáneamente la riqueza. La experiencia demuestra que estos esquemas son los resultados inesperados de cursos virtuales mas convencionales que crean redes sociales que se soportan en las infraestructuras web y derivan a intercambios profesionales. Experiencias como la wikipedia son sugerentes, pero una lectura prudente nos invita a recordar el cúmulo de comunidades inactivas que pululan por la red. De nuevo nos encontraremos con la vieja pregunta, ¿qué hemos de dar a un sujeto para que se involucre en un proyecto de colaboración en la red que proporcione apoyo a necesidades específicas y canalice su interacción, ¿son esos incentivos los mismos que los que nos invitan a formar parte de redes sociales?, ¿será suficiente con incentivos asimétricos (de suma no nula) para derivar a relaciones simétricas de intercambio y colaboración leal? ¿Habremos resuelto al fin la paradoja del prisionero?. Desde mi punto de vista hay pruebas de que un núcleo básico de colaboradores entusiastas desinteresados es suficiente para lanzar el proyecto, pero dudo que existan con generalidad en lo que hoy llamamos sistema educativo. Ese será uno de los requisitos fundamentales. Otro requisito para la colaboración leal será la veracidad y verificabilidad de los sujetos que actúan. Si se cumplen estas exigencias (transparencia de personas, lealtad y confianza, masa crítica y adecuación a intereses reales) la experiencia puede triunfar, en otro caso puede quedar en otro magnífico intento. Finalmente como tercera cuestión se plantea el problema de hasta donde podemos depositar nuestra confianza en estos métodos didácticos que configuran el paradigma emergente conectivista. Hemos de resolver la pregunta de cómo se aprende, y ello no ha recibido en realidad respuestas tan distintas a lo largo de la historia, desde luego no es oyendo y reproduciendo discursos ajenos, pero todos lo hemos hecho y nos ha ayudado mucho, desde luego no es en el laboratorio donde se aprenden ciencias experimentales, pero si prescindimos de él corremos el riesgo de perder el contacto con la realidad objeto de estudio….. La experiencia nos demuestra que el sujeto que aprende crea categorías en las que enmarcar la realidad, construye modelos explicativos y finalmente los aplica a su realidad, los valida frente a ella y reinicia el proceso tratando de reconstruirlo y adaptarlo a las incoherencias que observa. La web2. , los cursos virtuales la ESO y la Enciclopedia Espasa ocupan su lugar en este esquema. La cuestión es que por un lado el sujeto del que hablamos es en esencia un sujeto colectivo, (la medicina, la ingeniería…) cuyo avance se consolida en el proceso evolutivo de nuestra sociedad, y por otro se ve obligado a aprender de forma continuada, no hay periodos de estudio frente a periodos de trabajo, se aprende al trabajar y se aprende siempre (¿acaso no decimos que la vida es el mejor curso?). Visto así ¿puede la web 2.0 generar hitos formales que continúen el avance del conocimiento, y faciliten su aprendizaje y validación en ausencia de nodos directores? o suponen una dispersión de los esfuerzos que no nos permite avanzar porque ya no existen direcciones cartesianas hacia las que ir. ¿Está el sujeto dispuesto a incorporar estas rutinas de trabajo-aprendizaje? Y mas aún ¿tiene el sujeto individual incentivos a seguir lealmente este camino o nos encontraremos con otra colección de oportunistas desleales?Sin embargo, creo que para comprender el problema hemos de preguntarnos mas bien qué lugar ocupa en el gigantesco sistema de gestión del conocimiento que llamamos civilización un esquema como éste. Planteado así, creo que la función de la web 2.0 será mas bien la de ser en primer lugar un paso mas (sumamente enriquecedor) en el entorno de aplicación, crítica y valoración colectiva del conocimiento existente, y en ello habrán de centrarse los modelos de cursos virtuales futuros que quieran centrarse en los modelos web 2.0. Su tarea será estimular la crítica y la colaboración a ciegas y sus resultados habrán de ser una actitud crítica y activa hacia el aprendizaje, con lo cual los instrumentos docentes incorporarán herramientas que hoy en dia no consideramos docentes. Por otro lado, habrá que dar cabida en nuestros cursos a un escenario simétrico del actual, no es el profesor el que genera contenidos, sino el alumno el que trata de ensamblar un discurso coherente en continuo intercambio con los compañeros, siendo la función del profesor la de tratar de estructurar la colaboración para que llegue a buen puerto. No es nada nuevo, Sócrates ya empezó algo parecido, solo que ahora somos muchos a la vez. Si abordamos este programa de docencia la experiencia puede funcionar aunque será interesante comprobar si la estructura de contenidos difiere de la convencional. Pero en todo caso, no será con los alumnos que hoy tenemos, ni por actitud, ni por compromiso ni por su situación en el ciclo formativo-profesional. Conclusión, no estamos ante un nuevo modelo sino ante un paso más en nuestros modelos, que convivirá con los anteriores y nos enseñará a desarrollar algunas líneas que ya conocíamos pero que no explotábamos, que demolerá algunos prejuicios dejando conceptos sin contenido, que será fructífero haciendo lo que hace bien y para aquellos que estén en disposición de recibirlo y que requerirá mantener lo existente en aquello que hemos hecho bien hasta ahora destinado a aquellos usuarios que esperan ese producto. Por tanto desarrollará el sistema de aprendizaje en su conjunto, ampliará sus horizontes y facilitará otra faceta del aprendizaje que eventualmente estará mas cerca del usuario del aprendizaje.

Primer Día

Bueno pues al fin me decidí, he aquí mi primera experiencia de blogger, espero no incurrir en demasiadas inconveniencias, pero francamente tampoco me preocupa.